En este mundo matraca,
nadie de cagar se escapa
caga el Rey y caga el Papa
y hasta la niña más guapa
hace bolitas de caca…
Todo lo que sube tiene que bajar y todo lo que entra tiene que salir (en teoría). Nos hemos dado a la tarea de hablar sobre comida, pues este artículo también tiene que ver con comida (o lo que de ella quedó).
En Alemania los váters (WC, excusados) tienen una especie de rampita que no permite que los excrementos se escapen libremente de la vista (imposible hacer una caca fantasma en Alemania, por ejemplo). Una amiga dice que es para poder tener controlada tu salud. Al quedar fuera del agua la puedes oler y analizar. Sí, ¡qué asco! ¿Qué dirán ellos de nuestros baños sin laboratorio?
Hay culturas más escatológicas que otras. La mexicana es más bien recatadita. La catalana no tiene reparo en hablar de cacas, «hacer perfects» y diarreas. Tan es así que en sus nacimientos (belenes) nunca falta el cagón (caganer) y en lugar de Santa Clós tienen a un tronco de madera (caca sana, según este artículo) que caga regalos. No es que las piñatas sean menos extrañas, pero de verdad que lo del Cagatío se me va de las manos.
Y hablando de cosas incomprensibles, no sé si a ustedes les pase, pero a mí, cada vez que voy a un restaurante de esos muy «pipirsnais», de esferificaciones y de espumas y de movidas muy «vanguardistas», mi estómago no se pone a la altura. Quizás es muy de barrio, muy de tacos de la esquina, muy de esquites de carrito y menos de manteles largos y vinos caros. Tengo la teoría de que cuando la gente va a muchos de esos restaurantes, que abundan en Barcelona, más que pagar por una cena inolvidable, pagan por tres días de visitas continuas al baño y molestias estomacales. ¡Y todo por 200 euros! ¡Qué ganga!
He pensado que quizás la caquita del Whatsapp es una caquita oriunda de un tres estrellas Michelin. ¿Si no, por qué sonríe tan altaneramente? Por que, claro, hay de cacas a cacas. Como diría mi padre, hasta entre los perros hay razas. Y bueno, si son de perro, pues más variedad aún. Alguna vez leí en alguna parte a alguien que decía que si vinieran los extraterrestres y nos encontraran recogiendo la cagada detrás de los canes, pensarían que son ellos los que gobiernan el mundo. Y en ciertas casas, no estarían tan equivocados.
¿Obró bien?, pregunta mi madre a sus pacientes.